Me agazapé con el rifle en las manos. SentÃa todo mi cuerpo recorrido por un escalofrÃo mortal. Mi único refugio era la espesura que es tal, que los rayos del sol pasan al suelo muy débilmente. Trate de permanecer inmóvil, aún cuando legiones de hormigas marchaban vorazmente rozandome las rodillas. Ya habÃa hecho esto otras veces, pero presentÃa que ahora era un tanto diferente.
De repente sentà la vegetación moverse. Adivinaba porque, aunque no veÃa nada. Como un susurro de la propia selva. El corazón se me subÃa hasta la garganta. Mi dedo pulgar se movÃa nerviosamente sobre el gatillo, somo si se hubiera convertido en un ser aparte. Pero mantuve mi mirada fija en el claroscuro.
Entonces emergió.
EmitÃa una especie de ronroneo grave. Caminaba lento pero seguro, después de todo, eran sus dominios indiscutibles. Avanzó, hasta ponerse a algo de 10 metros respecto a mÃ. Sus dos grandes ojos se posaron sobre los mÃos, y lanzó un gruñido que me sobresaltó un poco. Vi su completa figura en mi delante. El cuerpo robusto, su andar pesado, pero lleno de gracia, sus motas negras sobre piel dorada como los primeros rayos del sol por la mañana.
Y se acercó aún más. Rugió con mayor furia, y sus zarpas enormes como manos dejaron ver las garras. Su forma de mirar y de desafiar, me hicieron comprender casi como por arte de magia, la razón por la cual quienes vivieron aquà antes que yo, adoraban a esta fiera como a un sanguinario dios, al cual se le ofrecÃa el corazón fresco de un prisionero.
El jaguar. Hoy he tenido la osadÃa de desafiarlo en su propia casa. Hoy, si solo un poco me descuido, es probable que reclame mi aún palpitante corazón.
Su rostro de sombrÃo rey. Todopoderoso, sediento de sangre. Estoy haciendole perder la poca paciencia que tiene. Suele ser normalmente tÃmido, a pesar de todo. Pero cuando algo cae entre sus garras, nunca sale. Me muestra sus dientes, y ruge. Se prepara a saltar sobre mÃ. Directo a mi tráquea.
A pesar de su apariencia torpe y patosa, se desplaza ahora con la agilidad del rayo. Y salta. Recuerdo lo que significa el nombre con el que se lo conoce...la bestia que mata de un salto. Veo cara a cara a la mismÃsima muerte, que hoy dia viste de manchas.
Aprieto el gatillo, y es como si un trueno saliera del centro de la tierra. La bestia cae, lanzando un último rugido de agonÃa. La bala le dió en el pecho. No puedo evitar dar un grito de triunfo. Mas, cuando me acerco para darle el tiro de gracia...solo observo al rey caÃdo, echado sobre hierba teñida de sangre, respirando el aire de la selva por vez última. Sus ojos fulminantes sobre mÃ. Y de nuevo, me vienen a la memoria las antiguas leyendas de su grandeza. Pero, no siento orgullo de haber hecho lo que hice. Quiero llorar, pero en mà las lágrimas se secaron hace ya tanto...
Lo que he hecho, lo hice tantas veces, pero esta es la primera en la que me medà con el jaguar. Y sé que lo que he hecho, es un crimen. No hay ya para mà una redención.
Simplemente, recojo mi arma, y me voy de ahÃ. Por el simple gusto de sentirme poderoso, quite una vida, una vida valiosa, como tantas en esta selva. Por primera vez en mucho tiempo siento vacÃa mi alma. Como si al morir, el gran señor de mis ancestros se hubiese llevado algo de ella consigo...
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